Fluir en el trabajo

Segunda parte

   DIALOGANDO

Este verano en dos ocasiones -con un café de por medio- he tenido la oportunidad de hablar con personas que aman su trabajo y expresan sus mejores dones a través del mismo.

Una de estas conversaciones ha sido con un amigo arquitecto y escultor (¿o escultor y arquitecto? Espero que tengamos oportunidad de dirimir el orden en breve delante de otro café).

Le escuché embelesada sobre cómo él observa y concibe los espacios para diseñar -por ejemplo- una zona pública. Lo proyectado bien puede ser una plaza, un edificio o una escultura. Caí en la cuenta de todo lo que hay detrás según él me hablaba, hasta llegar a ese mirar fundido con lo observado y mientras escuchaba me dije con regocijo: “aquí está esa magia de nuevo”. Ha sido ciertamente un gran regalo del verano haber sido depositaria de esa pasión que recibí con el respeto de una confesión. 

Unos días después, hablé con una persona que tiene otra pasión en su vida: conducir camiones. Es dueño de su propia empresa y fundamentalmente él se siente camionero. Hasta el punto le gusta su profesión que ha retrasado su edad de jubilación para no abandonar su pasión y sigue conduciendo cada día. Lleva 40 años recorriendo toda Europa a bordo de un camión de 40 toneladas.

Estábamos hablando de su trabajo cuando me sorprendió contándome literalmente: yo cuando me subo al camión y me dispongo a emprender el viaje siento en mi espalda en el contacto con el asiento toda la distribución de la carga del camión. Es más, no siento que yo sea uno y el camión esté separado de mí. No estamos él (el camión) por un lado y yo por otro. Mis manos tocan el volante y me fundo con todo él.

Al escuchar esta descripción de cómo experimentaba él el conducir caí en la cuenta de que lo que estaba describiendo era cómo entraba en estado de flujo mientras conducía su camión y dicha conversación me ha hecho pensar de nuevo en el concepto de Flow en el trabajo, que tengo recogido en otro artículo en el que está ampliamente explicado1.

Me pregunto si no es casualidad que todas las personas busquemos algo con lo que disfrutamos, una actividad con la que el tiempo vuela, ocupación con la que aspiramos a hacernos uno con esa tarea, bien puede una actividad artística, una labor, una manualidad, un deporte o hobbies. Y especialmente afortunados somos si esto es a través de una profesión.

Santa Catalina de Somza

Santa Catalina de Somoza (León), julio 2023.

Es como si existiera el anhelo profundo de reparar un vacío, restaurar una unión, como si habitualmente viviéramos una escisión, una separación y hubiera un afán que nos impulsa a buscar de nuevo la unidad que sentimos perdida, pues queremos reunirnos de nuevo con ese estado de presencia, de no separación entre lo que somos y lo que hacemos.

Sin embargo, son muchas las preguntas que sobrevuelan: ¿estamos separados realmente o es solo una sensación, una especie de error perceptivo? ¿Hay unidad en todo momento y equivocadamente creemos estar separados?  

Efectivamente en nuestra vida cotidiana experimentamos una sensación de separación. Pero ¿hay realmente esa separación? ¿Cuál es más real de ambas percepciones? O lo que sería lo mismo: ¿vivimos sintiendo una carencia constante y anhelamos restaurar esa unidad o es una fantasía, un error de percepción esa falta y no es tal? Cuando estoy desarrollando esa acción que tanto me llena y con la que el tiempo vuela y con la que me fundo ¿es cuando se pone de manifiesto nuestra verdadera naturaleza profunda, lo que realmente somos? Es decir, ¿se pone de manifiesto en ese momento no algo nuevo sino lo que siempre está ahí? 

Por tanto, cabe preguntarnos: ¿Qué le falta a este preciso momento? ¿Acaso siento una conexión perdida? ¿O no le falta nada a lo que ya es o a lo que soy? ¿Estoy toda yo en lo que soy/hago a cada momento? De poderme vivir así ¿qué tendrían de excepcional unas actividades que desarrollo respecto a otras? ¿Necesito que me complete acaso una actividad?

Luisa López Cabrejas