Para empezar… ¿qué es un diálogo indagativo?

   DIALOGANDO

Una conversación tiene como pretensión comunicarse con otras personas de manera informal, sin un objetivo definido. El diálogo por el contrario requiere una atención profunda ya que tiene un objetivo claro.

En un diálogo indagativo tenemos más interés en formular preguntas pertinentes y abiertas que en adelantar respuestas concluyentes y cerradas. Es más importante y creativa la duda y abrirse a lo nuevo por conocer, que la convicción y encerrarse en lo viejo ya conocido.

Este sería el diálogo más genuinamente filosófico, puesto que, probablemente, el hacerse preguntas constituya el propio acto originario y fundacional de la filosofía.

fotografia-isla-forma-interrogante
Foto de Jules Bss en Unsplash.

Generalmente, percibimos una pregunta como un reto incómodo y negativo, y por el contrario, nos aferramos a una respuesta con una sensación de seguridad y certeza. ¿Pero no podríamos, entonces, aprender a reposar en la pregunta? ¿No podríamos confiar pacientemente en la cualidad dinámica y creativa de una buena pregunta y ver que, incluso si nos traslada a otro interrogante, estamos profundizando en la verdadera comprensión?

Por ejemplo, si queremos iniciar un diálogo de este tipo, nos plantearíamos una pregunta partiendo de la base de que desconocemos su respuesta a priori, y podríamos comenzar a partir de este punto la indagación.

Aplicando este modelo de investigación filosófica nosotros mismos podremos observar, si tratamos de poner esto a prueba, que cuando no nos apegamos a una respuesta ya sabida, la investigación cobra dinamismo, emergiendo espontáneamente posteriores preguntas, nuevas respuestas cuando menos provisionales…

El diálogo se emprende a partir de una pregunta concreta,  aunque esto no significa que partamos de una definición previa del concepto o del tema elegido para tratar. He podido constatar, desde hace algunos años, llevando a cabo estos diálogos de investigación, que el deseo de partir, o incluso concluir, con definiciones generales -por creer que son necesarias para alcanzar la comprensión- origina ciertas dificultades para avanzar con fluidez en la reflexión.

En este tipo de encuentros de diálogos indagativos se tiene la sensación de trabajar más con preguntas que con respuestas, se piensa detenidamente con otros, se escucha cuidadosamente y se intenta comprender el hilo de lo que se está diciendo, se trata de estar abiertos a dudar de los propios argumentos, se invita a estar atentos a todo, en definitiva. Es un ejercicio de cooperación del grupo participante en pos de construir una verdad que será más profunda que la verdad individual previa de cada uno de los asistentes por separado.

Un diálogo así entendido -en contraposición al debate– solo se puede dar cuando uno mismo está realmente dispuesto a cuestionarse sus propias creencias, y a participar abiertamente en una indagación conjunta, y va más allá, tanto de la estéril defensa de nuestros propios presupuestos, como de la mera exposición de nuestras ideas.

Continuaremos profundizando en siguientes post en la cualidad de este diálogo.

Luisa López Cabrejas